domingo, 25 de enero de 2015

Hablando con el perro...

Ante todo y perdonando la tardanza, ¡FELIZ 2015!

Señores, he vuelto después de dos meses a esta hojita que no sé si algunos o al menos ALGUIEN la estará siguiendo. Pero bueno. Acá estoy, como todo principio de año acá me encuentro dando innecesarias excusas por no llegar...

¡AY, SEAMOS SINCEROS!

¿Cuántas visitas y comentarios he tenido desde que he comenzado esto? ¡NADA! Nadie sabe que existo, nadie sabe de las muchas historias que he contado creo que desde hacen ya dos o tres años a lo sumo. No sé ni siquiera para qué me molesto en volver a escribir todo esto si nadie me lee. Tal vez el único que me sigue es el tercio que hace poesías groseras. Se le agradece, por lo menos; aunque no comparto mucho lo que escribe. Ahora IQUE celebrando que jodieron a un niño, ¿Tu has visto, chico?

En fin:

Ya que hablamos de rarezas, estuve en estos días viendo algo raro: el perro amarrado. No ha pasado ni un mes que coemnzó este año y a ya la tienen agarrada con el perro. Llueve, el sol pica, la mierda pica y el pobre perro agüantando amarrado.

Y es injusto, porque por lo menos, el perro cuida.

En contraste, el gato marico de la casa, el que le gusta que le sirvan caviar en bandeja de plata  y degusta la planta de marihuana de la señora, bueno... ¡ADIVINEN CUÁL ES SU ESPECIALIDAD! ¡DORMIR COMO UN REY EN EL SOFÁ DE LA CASA! No hace un coño todo el día. Ni mucho menos de noche (bueno, sí hace: maúlla para que le den de comer).

Me indigné, chico. No, vale; eso es injusto. Y eso se lo dije al perro que, cabizbajo, descansaba amarrado en el patio:

-"Pero bueno, perro; no entiendo. Chico, arriesgas tu vida toda la noche cuuidadndo a una vieja carcamal que lo único que hace es darte comida rancia y las sobras de su comida. En tanto, a ese gato que ni una rata ha matado le dan hasta caviar. Tú amarrado como un pendejo y él como un rey echadote en el sofá".

-"¡Ay, cangrejo!-suspiró, mientras se incorporaba-Cangrejazo, a veces la vida es injusta. Pero no se puede hacer nada. Sólo agüantar.No tengo mucho porqué vivir, ¿para qué exigir?"

-"¿Pero acaso eso se va a quedar a sí, perro?- estallé indignado, mientras blandía mi pinza hacia la abierta puerta que daba a la parte de atrás de la casa, señalando al gato que roncaba en el sofá- "¿Dejarás que ese gato roñoso se salga con la suya? Sólo míralo: está ahí, durmiendo sabroso, mientras tú tienes que soportar la interperie".

El perro se levanta, voltea la mirada hacia la puerta, sonríe, se vuelve a echar y me dice:

-"No te preocupes tanto, cangrejo. No todo es injusto en la vida. Como te dije hace rato, no tengo mucho porqué vivir y ya estoy perdiendo la vista. El gato acostumbra salir de noche y tiene la mala costumbre de confiarse demasiado. Pronto se hará justicia, ya verás".

Me tranquilicé. Pero algo me decía que lo que dijo el perro pasaría pronto.

No me equivoqué...

Esa misma noche, alguien se metió en el patio y se llevó al gato. Al día siguiente, a eso de la tarde, el gato volvió a la casa bien descoñetado. Al parecer no lo robaron: el perro estaba suelto, no lo reconoció y le dió senda coñaza: el gato tuvo que huir porque si no lo jode.

Pasó al lado del perro esa tarde y lo miro temeroso, ni siquiera ronroneó. El perro también lo miró muy fijamente y con autoridad.Y desde ese día, el gato está más activo que nunca: caza ratas y espanta a los murciélagos. Pero siempre de día: no vaya a ser cosa que el perro lo vuelva a joder...

-"Te dije que no te preocuparas".