jueves, 22 de diciembre de 2011

Raticio

RATICIO

Precisamente, un día como hoy, hacía un palo de agua pero soberano. De cierto río capitalino fui arrastrado hasta el otro lado del litoral, muy conocido por ser cangrejero por excelencia: el barloventeño.

Dí con una fulana "defensa". Y, arrecho por el golpe, no me quedó de otra sino aguantar a que alguien me arrastrara hasta la superficie. Porque el coñazo que me dí fue tan grande, que me quedé bien aguevoniao por un rato.

De pronto, ya cayendo la noche, me despertó una voz chillona. Un carajo medio pelúo él, con una cola pelada y unas manitas chiquitas, se acercó a mí y me dijo:

-"¡GUA, CHICO! ¿Qué haces por aquí, cangrejote?"
-"¡Mierda, pana!-contesté, todavía medio apendejeado con el golpe y comenzando a abrir las parapara de ojos tubulares que tengo- el coñazo que me dí fue mamarro, papa".

Abro un poco más los ojos y lo veo. Era un ratón. Más que por verlo, lo noté por el olor a mierda que traía encima...
-"¡Hmmmm!"-dijo él con extrañeza, al escuchar mi acento-"tú como que no eres de por aquí, ¿verdá?"
-"¿Y en donde estoy?"
-"En Barlovento, Estado Miranda. Pero tienes acento como caraqueño, tú."
-"Sí"-dije, incorporándome, aún con algo de dolor-"De los alrededores de Macuto"

Tras una charla que duró unos cuantos minutos, este peludo amigo me llevó hasta la superficie. Así conocí a Raticio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario