domingo, 25 de diciembre de 2011

Mi primera Navidad (III)

Me sentí mal...

Después de haber lavado mi cueva con mi llanto y haber maldecido las almas de esos dos descerebrados sin corazón ni alma a quien la niña aún llama "padres", decidí olvidar por un momento tanto dolor por lo que acababa de escuchar y me dirigí hasta la cueva que da al desagüe del baño. Precisamente debajo de la regadera...

Allí, aprovechando, el pozo de agua que dejó el dueño de la casa (al parecer, el tipo tiene muy mala bebida, a juzgar por el olor a vómito que dejó en la poceta. Me contó el perro, la mañana siguiente que estaba tan borracho que amaneció bien tirado en la ducha SIN CALZONCILLOS Y CON LA BOTELLA TODAVÍA EN LA MANO) para refrescar mis antenas y caparazón y calmar mi dolor. Entonces escucho una voz femenina que viene del techo...

-"¡Hola! ¿Eres tú el cangrejo nuevo?"

Roté 60 grados a la derecha y ví lo que parece ser una araña de esas chiquitas. Bajando por un delgado hilo, al igual que la Telaraña de Charlotte, me abordó:

-"Me presento, soy Amanda, la araña. Tengo mucho tiempo aquí y te he visto andando de aquí para allá, haciendo un hueco aquí, otro por allá, ... ¡eres fascinante!"

Mis mejillas se sonrojaron. Una araña, un animal que no es de mi especie, me halaga. No soy descortés y le digo:

-"Eres muy amable, preciosa. Aunque no creo ser de tu especie, me halagas con lo de fascinante. Tú también, si me permites, también lo eres; con esas ocho paticas, haces tan elegante trabajo. Sólo mira esa telaraña. Ni yo, con un carrete de seda atado a una de mis patas, podría hacerlo..."

Coquetamente, se ríe...

-"Bueno...no es para tanto. No era un halago, precisamente. Sólo digamos que es fascinante ver tantos huecos, sobre todo si contamos que vienes de las cloacas... ¿No te hieden las patas? Me asombra que no hayas hecho uno acá en el baño y que sólo entres por aquí gracias a lo amplia que son las cloacas. Y por demás, oye, me parece algo muy estúpido que te limpies tanto la mierda, si suponemos que vives de ella, comes de ella, crías a tus hijos en ella, haces el coito con tus hembras encima de ella, duermes en ella, naciste de ella...y tal vez, ni dios lo quiera, morirás algún día en ella. ¡AY, POR DIOS! En verdad no sé si reírme o vomitar los jugos de mosca de esta mañana. Das lástima hasta comparado con el sapo que sólo come moscas y vive de ellas. Porque de veras te digo que ni el bagre te supera en lo cochino. Tú eres el campeón...¿Qué me dices?"

Indignado un poco por la enjabonada, decidí responderle:

-"Oh...lo mismo podría decir de ti, preciosa. Ocho patas y no puedes defenderte de animales más grandes que tú. Y no defiendas al sapo ni lo halagues tanto, pues él podría matarte con un sólo golpe de lengua si le dieras la espalda por un momento. Y no creas que sólo porque te pareces a mí, te puedes igualar: no provoques a alguien que te puede patear el trasero, aún si eres hembra. Soy bueno para hacer huecos Y AGRADECE QUE LO SOY. Porque si no, esta casa se hundiría si se taparan las cañerías y no estuviera tu servidor para destaparlas. En cambio tú, sólo eres buena para tejer, una y otra vez, lo que de nada te servirá cuando pongan mosquiteros y te quedes muriéndote de hambre. Allá tú si también en ese día no estás bien protegida y haya una peligrosa gotera que se pueda abrir justo encima de ti, porque créeme que caerás sin remedio en mis húmedos y mohosos dominios, chiquita, ¡Y AQUÍ SÍ QUE SE VIVE FEO! Tú no sabes NI QUIERES SABER lo que se vive en mi rocoso y pútrido reino. No soportarías ni una hora en él... tus patas no soportarían un derrumbe, una explosión de gas o una fuga de aguas negras. Así que vuelve arriba, sigue con tu femenino e inútil tejido y déjame asearme en paz..."

Nos quedamos viéndonos los ojos. Ella mis dos ojitos de antena. Yo, sus múltiples ojazos...
Volteo para terminar de lavarme las patas llenas de mierda (acuérdense que venía desde el hueco de la regadera y eso sí que sucio), sintiéndome algo ofendido. Luego, por el espejo del agua, veo a la araña cerrar sus ojos. Me dice:

-"Oye, lo siento. era broma. A veces mis bromas son un poco locas. Lo que sucede es que soy muy solitaria; no tengo muchos amigos ¿sabes? y, como no me llevo bien con nadie por mi apariencia (sólo mira esta plétora de ojos y esa mandíbula horrorosa), pensé que las bromas me pudieran hacer llamar la atención".

Volteo a donde ella... la sonrío y digo...

-"No; tú disculpa, A veces no tolero las bromas pesadas pero bien intencionadas. No te culpo por intentar hacerme reír. Desde que llegué no he tenido sino problemas con algunos y experiencias desagradables con otros. Primero fue el perro; luego, un pequeño problema con el gallo (problema que aún no termina y que en los próximos meses se pondrá peor); luego, un humano idiota que admitió haber matado a unos cuantos de los míos CON ESA SONRISA y ahorita vengo de escuchar cosas que ni te imaginas".

La araña me mira con vergüenza y una disimulada sonrisa. Prosigo entonces, amablemente:

-"Oye, Amanda...no necesitas hacer sentir mal a la gente sólo para hacerte sentir mejor o para llamar la atención. Debes ser amable y respetuosa no sólo con personas iguales a ti o de tu especie; sino también de otras especies. Es uno de los pilares de una buena relación. Por demás... ¿Sabes qué...?"

La araña me vuelve a mirar fijamente. Y le digo, levantando una de mis patas traseras:

-"¿Puedes creer que yo algún día estuviese haciendo bella telaraña con estas tremendas patas llenas de mierda?"

-"¿O yo, salvando a los amos de una catástrofe con aguas negras haciendo enormes cuevas con estas femeninas patitas."

Y reímos juntos como dos buenos amigos...

Llegó la noche. Volví a mi agujero principal (la cloaca del portón, donde nunca cae agua de lluvia y se respira un agradable silencio), no sin antes darle una vueltica a la casa a través de las cuevas: por la cocina, vi al perro durmiendo de lo más sabroso junto al fogón abrazado a su perra; por el cuarto del niño mayor y de los padres, ni me fijé: pasé de largo. Pero al pasar por el de la niña, la vi durmiendo como un ángel, como la princesa de la casa que es. Mi dulce amiga, la que quiero como a mi hija, mi cangrejita: dios la guarde...

Llego hasta la sala, me asomo por uno de los tres huecos y miro la parranda de botellas regadas por el piso, el tocadiscos reproduciendo un disco (se quedó pegado al final y no lo apagaron) y como tres personas que no se fueron y se quedaron tendidos en el piso VUELTOS MIERDA: el supuesto abuelo (tirado en el piso con la bocaza abierta), el hermano del hombre de la casa (fundido hasta las patas en el sofá) y la señora de este último (sin ropa, obviamente inconsciente y en una posición que no voy a mencionar por respeto a los lectores más jóvenes de este blog).

Llego hasta mi aposento y me digo:

-"Jamás recordaré ésta, MI PRIMERA NAVIDAD."

FIN

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