Mis amigas y amigos...
¡Bienvenidos otra vez!
Ya han pasado, caray, más de tres meses desde que publiqué la última entrada. No voy a mentirles. he estado muy ocupado con muchas cosas. Primero las temporadas de lluvia (¡oh, sí; han vuelto!) y como siempre debo proteger las entradas. Además, ahora motivado al
gran luto nacional por la muerte de nuestro presidente, más todavía he estado ocupado; ya que ahora se aproximan elecciones ¡y ya saben cómo los de ambos bandos ensucian las calles de
mierda electoral!
No se han movido mucho las cosas estos últimos días por acá. Las andanzas de los dos patiquines (entiéndanse el perro y el gato de la casa) siguen ocurriendo. El perro más gay que siempre y el felino no se queda atrás. No es que esté en contra de los gays ni mucho eso (no me vayan a cerrar ahora el blog por estar incitando a la homofobia). La cosa es que si sabes que no todos somos iguales, ¿Porqué te empeñas en estrujarles en la cara lo que no les gusta? Y lo digo más que todo no ya por estos payasos; sino por un interesante miembro de la familia que llegó no hace mucho, en plenas vacaciones de Semana Santa.
Gerardito. Es así como se llama el susodicho "caballero".
Nunca antes había visto semejante
mariconería encima: zarcillitos, labios pintados, piernas rasuradas (por lo menos, no le ví pelos entre las blancas medias pantis que llevaba). Y por si fuera poco, un carterón más caro que el que pueda llevar cualquier viejita de la Lagunita Country Club...
Gucci and Gucci... ¡UNA PENDEJÁ!
-"Novios caros no les faltarán". Pensaba yo en mis adentros, mientras juzgaba en silencio.
No voy a referirles los que este personaje habló con la señora de la casa. Créanme que es aburrido, además de repugnante. Lo único que puedo comentarles es que este cangrejo, como mierdero que es, no aguantó la "piquiña" de indagar más acerca de esto.
Bueno. Gerardito gastó saliva hablando con la señora de asuntos rosas de los cuales, repito, este humilde servidor no hará comentarios ni detalles. Tan pronto terminó de hablar, "éste" se metió en el cuarto, se desvistió y se metió a bañar; lo que aproveché para meterme en su cuarto (por medio de los túneles que, inclusive, hice en las paredes).
Algo que sí puedo decirles es que este muchacho es tan hombre como ésos que lambetea: desordenado y con poco aseo personal. Algo raro, suponiendo que es gay y normalmente los que son así heredan las virtudes hogareñas de la mujer en cuanto a orden y limpieza. En fin. Tras pasar un valle de ropa hedionda y sucia tirada en el suelo (no tengo problemas con el olor. Pero si vas a usar perfume por lo menos procura que no hieda tanto. Y por cierto, las alitas se ponen en la vagina -que no tienes-, no en el
culo. Para eso hay papel tualé, ¡cochino!), por fin llego a la pata de la cama. Escalo, escalo y escalo. Llego a la suave cama, me acerco al caro bolso europeo de marca y lo abro con el fin de indagar un poco.
Una foto me preocupa y desconcierta:
¡Jamás podré sacarme esta imagen de la cabeza! Ni yo que soy cangrejo, pude evitar enfermarme. Pasé el Sábado de Gloria y el Domingo de Resurrección PIDIENDO ME CRUCIFICARAN PARA QUE MIS OJOS NO SIGUIERAN SUFRIENDO...
Puse la foto en su lugar. Bajé por el otro lado de la cama (la que no se ve entrando al cuarto) y me metí por otro agujero (hay dos cuevas en ese cuarto, gracias a Dios, una a causa de emergencia). Pero eso sí: necesité todo el agua con jabón del desagüe del patio (que desgraciadamente y me enteré tarde, es la misma que venía de la regadera en donde se estaba bañando "Afrodita") para limpiarme los ojos de semejante mugre visual...
Todo esto sucedió el Jueves santo, por la mañana. Eran como las diez...
No...pero más repugnante fue lo que pasó esa noche. No sé si soy masoquista o no sé. Pero esa misma noche me acerqué otra vez al cuarto por la cueva de donde entré. La razón: unos gemidos no me dejaban dormir y quería saber de dónde provenían.
Bueno...¡EL TIPO CON UN VIBRADOR PERFORÁNDOSE ATRÁS! Chorizo, salame, trozo de burro, trozo de negro, tren...eso es lo que se imaginaba entraba por sus entrañas. Más y más. Saca y mete. Lambetea, entonces gime de placer, se toca atrás...¡PERO NADA QUE SE ERECTA! Seguido, unos gemidos raros pidiendo machete de negro, lagrimones que no son de mentira y, finalmente, la señora de la casa toca la puerta.
Me escondo. ¡Pinga!
Pensé en una cueriza por indecente (esa
gueboná de hacer esa cochinada en casa decente) y tal vez lo corra por inmoral... ¡Bien hecho,
carajo!
¡PUES NO, CHICO!
-"Ya, ya, nena...tuvistes una pesadilla, es todo. Duérmete ya". La vieja, linterna en mano (se había ido la luz esa noche, me acuerdo), acaricia el pelo de la parcha ésa y lo mima un poco:
-"Mañana te haré un buen chocolate y galleticas de canela para que te reconfortes".
La vieja le da un beso y vuelve a su cuarto. En tanto Gerardito, pasándose la mano por la frente como queriendo decir que "se salvó de vaina", se acuesta no sin antes llevarse la mano atrás para revelar algo de veras más que indignante:
¡EL GRAN CARAJO SE HABÍA METIDO POR EL CULO TODO EL VIBRADOR; COMO PARA QUE LA VIEJA NO LO VIERA, CHICO!
Una noche de terror. Definitivamente. Cansado de muchas emociones, salgo de este "show" y me meto a la cueva. Y es allí, ya entrando a mi pedacito especial para dormir, cuando escucho un último y preocupante gemido del locote éste:
-"¡Ay, cómo me duele el
culo"
¡YA DUÉRMETE, GERARDITO...COÑO!
@@@@@@@
El Viernes Santo por la mañana amanecí
arrecho.
No dormí bien, Gerardito siguió dándose caña creo que hasta las tres de la mañana y luego como a las seis se levantó a hacer aerobics "para mantenerse en la línea".
¡EN LA LÍNEA DE TIRO ES DONDE DEBES ESTAR, PEDAZO DE
MARICÓN!
Una hora torciéndose al compás de una música estridente, Gerardito me sacó de la casa de tan sólo verlo. Al ratico, este humilde crustáceo estaba en el patio. Hablando con algunos sapos de la situación me despejé un poco:
-"Tranquilo, Cangrejo. Sólo unos días más. ya verás que para el lunes o a más tardar el Domingo, se irá de aquí"
Una hora después, se quita la ropa de aerobics, se baña, se tapa otra vez las nalgas con la alita, se mete un tampax adivinen por dónde, se viste (no ví nada de esto, ¡zape! sólo que ya me sé la rutina de sólo verla una vez) y sale a la calle con unos vecinos "amigos" de él: un pelirrojo (por lo menos la peluca es roja) pecoso igual o hasta más
marico que él (ya que lo ví abrazado con otro tipo, negro fornido él, que le tocaba la rajita de las nalgas
¡aparentemente sin ropa interior!); el susodicho negro que, a juzgar por lo que se veía sobresaliendo de su entrepierna, cargaba tremendo salame en sus bluyines (le llegaba casi a la rodilla) y otro barbón con pinta de mariguanero dentro del carro. Besos, tocada de salame, tocada de nalgas, se meten en el auto y aceleran...
¡Sabrá Dios a dónde irán, qué harán y en qué estado Gerardito llegará!
Ocho horas más tarde, lo vemos vuelto
mierda: con las pantis medio rasgadas y sucias, despeinada, ebria
Y CON SIGNOS DE HABER SIDO BIEN COGIDA...
¡Viernes, señores! ¡VIERNES!
@@@@@@@
No hace falta decirles que hasta las tres y media de la tarde del sábado, Gerardito estuvo en la poceta "llamando a Juan". Mientras, la doña de la casa le prepara un té y la mima ¡COMO SI LA "PRINCESITA" FUE VICTIMA O NO SÉ DE QUE HAYA RECIBIDO CAÑA Y NO SÓLO LÍQUIDA, POR CIERTO! El domingo, Gerardito invita a sus amigotas a ver una película de maricos con el increíble consentimiento de la vieja. No hubo rasca, por lo menos, sólo besuqueos por parte de "la pelirroja" con el negro. Y Gerardito haciendo palomitas y otros bocadillos.
El lunes después de Semana Santa, lo ví lavando sus trapos. Me compadezco de los sapos y los perros de la calle que toman esa agua. Es que me da tanta repugnancia ver especímenes como éste habitando en mi entorno, que ni me acercaría a la cloaca mientras esté él aquí para no comer de su
mierda.
No me gusta, vale. Me da repugnancia.
Por suerte, ese día por la tarde, tal y como lo predijeron los sapos el jueves santo, se fué. Lo ví cargando otra vez su costoso bolso de cuero y su otro bolso, el de viaje, donde guarda su controversial vestuario. Desde entonces duermo tranquilo y sin la constante idea de que cuando quiera lavarme los ojos de barro no lo haga con agua "olor a fresitas". Pero dejó algo para recordarlo. De eso me dí cuanta cuando esa noche la vieja encontró algo, cilíndrico y con un botón, en la mesita de noche del cuarto donde dormía Gerardito que le hizo gritar de horror:
-"¡AHHHHHHHHGGGGGGGG!"
¿Qué sería? Se los dejo a su imaginación.